RECESIÓN Y ESTANFLACIÓN: EL CASO PERUANO

JORGE GONZALEZ IZQUIERDO

UNIVERSIDAD DEL PACIFICO

Últimamente ha renacido en el mundo y en el Perú el temor de caer en recesión y sobre todo en estanflación por una serie de razones que analizaremos más adelante. Se define recesión, en su versión más popular y usada incluso por organismos internacionales como el FMI, cuando una economía experimenta dos trimestres consecutivos de crecimiento del PBI negativo. Sin embargo, hay que determinar qué se debe entender por ello. Me refiero si es al concepto interanual o al concepto marginal, es decir, el que usa cifras desestacionalizadas que permite comparar un trimestre contra uno inmediato anterior. Normalmente, se refieren a cifras interanuales. Pero, considero que también debemos analizar el comportamiento con cifras marginales de crecimiento y en caso de discrepancia, en mi concepto, debieran primar estas últimas. Por otro lado, hay quienes sostienen que el concepto de recesión no sólo debe considerar lo sucedido en el mercado de bienes y servicios sino también en el de trabajo como lo acaba de demostrar el caso de USA, cuando el año pasado se cumplió lo de los dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB pero no se habló de recesión porque el mercado de trabajo estaba operando en una situación de exceso de demanda; es decir, el desempleo bajaba y alcanzó niveles pocas veces visto en el pasado (3.4%). No obstante, es preciso distinguir entre recuperación del empleo y expansión del mismo. Se habla de recuperación cuando, por ejemplo, a consecuencia de la Pandemia del Coronavirus el empleo (adecuado, en nuestro caso) se contrae fuertemente y luego comienza a recuperarse hasta alcanzar su nivel pre-pandemia o una proyección temporal de la misma, asumiendo que no se dieron efectos negativos importantes de largo plazo. Rigurosamente, la definición tiene que ver con los picos alcanzados en la última fase expansiva de un ciclo experimentado. Expansión es cuando el empleo alcanzó su nivel pre-pandemia (como se defina) y sigue creciendo por encima de él. En el caso de USA, se trataba claramente de una fase de expansión. El NBER en USA tiene otra definición más precisa de recesión que no la voy a explicitar ni usar en esta nota.

Estanflación, como su nombre lo dice, se da cuando se juntan dos males para una economía, recesión más inflación alta al mismo tiempo, entendiendo por esta última una inflación por encima de la meta establecida por el banco central como “normal” (definida como estabilidad de precios considerando mejoras en la calidad de los bienes y servicio producidos).

Pero, ¿Qué puede provocar una recesión o una estanflación?

Empecemos por el primer concepto. Hay diversas teorías que tratan de explicar por qué se produce una recesión. La más conocida y aceptada, es el modelo keynesiano en su versión moderna, es decir, la Escuela Nueva keynesiana. Sostienen que al existir distorsiones e imperfecciones en uno o más mercados de la economía, los agentes económicos con su conducta de optimización y expectativas racionales ocasionan que los precios, en términos amplios, se ajusten lentamente a variaciones en la demanda agregada nominal de la economía. De tal manera que fluctuaciones en el PBI real, en situaciones por debajo del pleno empleo, se deben a fluctuaciones no esperadas en la demanda agregada nominal. “Output is demand determined” en el corto plazo, concluyen. Sostienen también que en situaciones debajo del pleno empleo, la demanda por trabajo es función principalmente de la demanda agregada por bienes y servicios (y no tanto del salario real) tendiéndose a producir el temido desempleo involuntario cuando ésta se reduce. ¿La solución? Expandir la demanda agregada nominal con políticas de corto plazo monetarias y/o fiscales. Un enfoque distinto es aquel que sostiene que las fluctuaciones en el PBI real lo producen shocks de oferta adversos transitorios, provenientes tanto del extranjero como del interior de la economía como lo demuestra el caso reciente de la Pandemia del Coronavirus y sus consecuencias y El Fenómeno El Niño. En el Perú en los últimos 125 años se produjeron cuatro eventos extraordinarios del Fenómeno El Niño: 1925, 1983, 1998 y 2017. En 1983 y 1998 se produjeron crecimientos negativos (-10.4% y -0.4% respectivamente) si bien es cierto debido también a otros factores negativos que coexistieron con dicho fenómeno. En los otros dos años el crecimiento se redujo fuertemente de un 9.5% a 2.4% en 1925 y de 4.0% a 2.5% en 2017 repuntando apreciablemente al año subsiguiente en ambos casos, cuando el fenómeno climático desapareció. El mecanismo de transmisión consiste de un canal directo, de corto plazo, y otro indirecto de más largo plazo. El primero, provoca reducción de la producción en el corto plazo a consecuencia de sus efectos destructivos directos como el caso, por ejemplo, de sembríos agrícolas averiados por inundaciones, roturas de caminos, puentes, alejamiento de cardúmenes de pescado, etc. Y un canal indirecto por el cual a consecuencia del aumento de precios que se produce, ceteris paribus, cae la cantidad real de dinero reduciendo directamente el gasto agregado y subiendo las tasas de interés; puede también afectar la situación de liquidez y solvencia de empresas en algunos sectores provocando problemas a ciertos grupos de instituciones financieras focalizadas en dichos sectores. Si afecta adversamente la infraestructura, entonces tendría un impacto negativo sobre el PBI potencial de la economía. Puede también impactar adversamente las expectativas de los agentes económicos sobre todo cuando su duración no sea tan corta afectando sus decisiones de producción e inversión. Otro enfoque, tiene que ver con el comportamiento del mercado financiero (Bernanke y Gertler) ya que en la medida que existan imperfecciones y fricciones dentro de él se puede producir una crisis sistémica que rápidamente termina traspasándose al resto de mercados de la economía como lo demostró la Gran Crisis Financiera del 2008-2009. El comportamiento del crédito otorgado por el sistema financiero al sector privado, en especial a las empresas juega un rol fundamental ya que si es excesivo termina produciendo “burbujas” en los precios de activos y comportamientos más riesgosos en los agentes económicos, los que finalmente tendrán que corregirse desatando una crisis financiera sistémica que termina afectando al sector real de la economía vía su efecto contractivo sobre el gasto agregado de los agentes económicos al tener éstos que ajustarse a la nueva realidad; es probable que se produzca un “credit crunch” y un proceso de ahorro en los agentes económicos para solucionar sus problemas de liquidez y solvencia con lo cual la demanda agregada de la economía cae fuertemente. Cabe resaltar que durante la Pandemia del Coronavirus muchos gobiernos implementaron medidas de alivio (no de estímulo) al sector de empresas tendientes a resolver, primero, sus problemas de liquidez y después de solvencia. En el caso de nosotros sobresalen los programas Reactiva Perú. Si bien en un primer momento ayudaron a conseguir ese objetivo con el devenir del tiempo sus efectos han cambiado de dirección, tornándose de naturaleza contractiva sobre la demanda agregada y el PBI. ¿Por qué? Porque los pagos a los que están obligadas las empresas a realizar por dichos préstamos más que compensan la generación de nuevos créditos otorgados por todo el sistema financiero resultando en una tasa neta negativa de crecimiento del crédito a ellas. Según el BCRP la variación porcentual interanual del crédito a empresas fue de - 4.4% al mes de junio y sin considerar los pagos al programa Reactiva Perú fue de 4.7%.  Otro enfoque muy conocido es el enfoque monetario por el cual las recesiones se producen por errores cometidos por los policy makers al no manejar adecuadamente la oferta monetaria ante shocks de diversas naturalezas que se generen. La obra monumental de Milton Friedman y Ana Schwartz lo demuestra fehacientemente “A Monetary History of the United States, 1867- 1960”; esto dio pie a que se cuestionara el excesivo uso de la discreción por parte de los policy makers en la toma de decisiones y se implantaran reglas tanto monetarias como fiscales. Existen otros enfoques sobre el tema como los presentados por la Nueva Economía Clásica tanto en su versión de información incompleta (Robert Lucas) como en su versión de los ciclos reales (Kydlan y Prescott) y  por la Modern Monetary Theory (MMT) así como otros enfoques, pero esta nota no trata de hacer un análisis exhaustivo de ello. No es su propósito.

La estanflación puede ser producida por shocks de oferta y/o de demanda tanto internos como externos. Un shock de demanda proveniente por ejemplo de una política fiscal y/o monetaria expansiva puede producir inflación al provocar una situación en la que la demanda agregada de la economía supera el PBI potencial generando una brecha de demanda o exceso de demanda generalizada en la economía. Aplicando la dinámica de la teoría de la curva de Phillips Precio, que no voy a repetir dado que la expliqué en detalle en los dos últimos papers sobre inflación (ver www.gonzalezizquierdo.blogspot.com), al comienzo del shock se tiende a producir una expansión del PBI y del empleo (adecuado, en nuestro caso) sin mayores incrementos de precios. Después de un lapso de tiempo, que puede ser de doce o más meses, aparecerá la situación inversa, contracción del PBI y del empleo con aumentos mayores de precios, es decir inflación con desempleo, el fenómeno de la estanflación. En este caso, la estanflación sólo podrá aparecer en la medida que las expectativas de mediano o largo plazo estén desenganchadas de la meta inflacionaria establecida por el banco central y sean rígidas, lentas, en ajustarse hacia abajo en dirección al target fijado. En la situación descrita, dado el framework de “inflation targeting” que normalmente tienen establecido los bancos centrales, estos tomarán medidas antiinflacionarias poniendo en acción sus mecanismos convencionales de transmisión de la política monetaria donde destacan el de la tasa de interés (encarecer el costo del financiamiento), expectativas (credibilidad en las acciones del banco central), crédito (reducir su crecimiento), tipo de cambio (apreciación) y precio de activos (efectos negativos sobre la inversión y la riqueza de los agentes económicos, consumo). A través de ellos, unos obrando con más potencia que otros dependiendo de la realidad estructural de cada economía, se afecta el comportamiento de la demanda agregada y van reduciendo la inflación core y total con un retraso en el tiempo el cual considero se puede  acortar debido a que, vía expectativas, los mercados financieros se adelantan a las acciones del banco central como está sucediendo con nosotros; influye también el tamaño del shock monetario que en nuestro caso fue apreciable, y  la frecuencia con que las empresas ajustan sus precios que después de más de dos años de inflación relativa alta debe haberse incrementado . Aquí, el menor crecimiento y eventualmente recesión que se podría observar, no son cura para la inflación, como cierta literatura establece, sino que son los efectos secundarios de la política monetaria (fiscal) que se implemente para disminuir la inflación y llevarla a sus niveles normales.

Pero, la estanflación también puede ser producida por shocks de oferta, internos y externos que producen inicialmente una inflación por cambios en precios relativos (por ejemplo, energía, alimentos) como fue el caso de la inflación mundial producida como consecuencia de los efectos de la Pandemia del Covid y posteriormente por la guerra Rusia-Ucrania que se introducen a la economía nacional vía el comercio exterior y el mercado financiero, produciendo inicialmente aumentos de precios en sectores focalizados (los mencionados), constituyendo efectos de primera vuelta,  que se convierten con el tiempo en aumentos del nivel general de precios dada las rigideces de precios que existen en otros sectores, sus efectos en el mercado laboral (salarios), sobre expectativas de los agentes económicos, y sobre otros costos de producción (caso fertilizantes), constituyendo efectos de segunda vuelta, y afectando a la inflación core. Una dinámica similar se puede establecer para shocks de naturaleza interna como los climáticos y los derivados de la inestabilidad política, social e institucional que se pueda estar viviendo. Aquí, el aumento de la inflación va aparejada, en una primera fase, con contracción en el ritmo de crecimiento de la producción y dependiendo de la intensidad del shock puede incluso llegar a producir recesión configurando una estanflación. Un banco central que siga un framework de “inflation targeting”, como es el caso nuestro, se verá obligado a poner en acción sus mecanismos de política monetaria ya descritos para reducir el crecimiento de la demanda agregada dado que la inflación sobrepasó su target de inflación. Los bancos centrales no tienen mayor capacidad de afectar directamente la oferta agregada ni deben pretender hacerlo; la política fiscal si la tiene. Sólo pueden actuar sobre la demanda agregada por lo que al tratar de reducir la inflación vía un menor crecimiento de ésta agudizan aún más los efectos negativos iniciales sobre la producción y el empleo y en la medida, como ya lo hemos dicho, de que las expectativas de inflación de mediano plazo sean lentas en ajustarse a la meta del banco central, aparecerá por un tiempo el fenómeno de la estanflación. A nivel teórico, si un banco central siguiera un framework alternativo como por ejemplo tener como target un crecimiento del PBI nominal, este resultado no se daría necesariamente.

Con este desarrollo conceptual analicemos el caso peruano. Perú cerró el 2020 con una inflación total de 2%, dentro de su rango meta. Sin embargo, acabó el 2021 con una inflación total de 6.4% y una core de 3.2% y el 2022 con una total de 8.4% y una core de 5.5%. En enero 2023 la inflación total alcanzó una tasa de 8.6% después de experimentar un pico de 8.8% en junio 2022%. En cambio, la inflación core tocó pico en marzo 2023 con un 5.9%. A partir de tales fechas, los dos tipos de inflación empezaron a disminuir llegando a junio a 6.4% y 4.3% respectivamente, ayudados por a) una reducción de las presiones inflacionarias mundiales (energía, alimentos y fertilizantes) e internas (asociadas a factores climatológicos y de inestabilidad política y social), b) los efectos de la política monetaria contractiva que el BCRP empezó a implementar desde agosto 2021, al comienzo en forma agresiva, c)  una mejora en las expectativas inflacionarias sobre todo de doce meses, d) así como por un comportamiento anómalo de la inflación de alimentos en el mes de junio que registró una caída de -1.20%  llevando a la inflación total a registrar una inflación negativa de -0.15%. Aun así, estas tasas todavía permanecen alejadas del rango meta establecido. Por otro lado, las expectativas de inflación medidas por el BCRP a ejecutivos del sistema financiero y no financiero registraron una ligera baja en el mes de junio respecto al mes anterior. Para 2023 están estimado terminar con una inflación entre 4.8%-5.6%. Para 2024, entre 3.1%-4.0%. Y para 2025, entre 2.8%-3.5%. Es decir, con información a junio, la inflación esperada recién estaría regresando al rango meta el 2025.

 Respecto al comportamiento del crecimiento del PBI y no considerando los años 2020 y 2021 por ser atípicos ya que fueron resultado, el primero, de una caída brusca de -11% debido al impacto de las medidas tomadas por la llegada de la Pandemia del Covid y luego un “rebote” de 13.3% para el segundo, el crecimiento en el 2022 fue 2.6% y para este año estimados razonables lo sitúan entre 1%-2.2% por debajo del crecimiento potencial de la economía. En términos trimestrales y trabajando con cifras interanuales se nota claramente que desde el primer trimestre de 2022 el ritmo de crecimiento ha venido disminuyendo sostenidamente pues registró un crecimiento de 3.9% el primer trimestre y cerró con un 1.7% en el cuarto trimestre. En el primer trimestre de este año el crecimiento fue -0.4%, indicando que la caída siguió hasta hacerse negativa. Analizando el crecimiento marginal, con cifras desestacionalizadas del INEI, el resultado no fue mejor. El primer trimestre 2022 frente al cuarto trimestre 2021 la economía creció 0.5% y el cuarto trimestre 2022 frente al tercer trimestre del mismo año creció 0.2%. El primer trimestre de este año frente al último del año pasado el crecimiento fue negativo -1.1%. Para el segundo trimestre de 2023, las cosas lucen como sigue: en abril el crecimiento interanual fue de 0.31% y en mayo -1.43%. En términos marginales, el crecimiento en abril frente a marzo fue 0.41% y mayo frente a abril de -1.32%. Tendremos que esperar hasta el 15 de agosto para saber ambos resultados correspondientes al mes de junio y poder estimar el crecimiento del segundo trimestre tanto en términos interanuales como marginales y ver si se estaría cumpliendo con la regla de que dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo constituyen una figura de recesión.

Analizando el comportamiento del empleo adecuado estimado por el INEI llegamos a la conclusión que esta variable está todavía en fase de recuperación y no de expansión puesto que si bien ha venido mostrando a nivel nacional un crecimiento apreciable entre 2020-2021 (1.7 millones), este se ralentizó en 2021-2022 (750mil) sin llegar a alcanzar el nivel pre-pandemia (2019); tendría un déficit de casi 300,000 puestos de trabajo para conseguir ello. Cabe resaltar que esta recuperación del empleo se ha dado dentro de un contexto de un débil crecimiento del PBI lo que podría estar señalando una caída de la productividad laboral. Mirando el otro indicador del mercado laboral, el subempleo, el panorama luce peor. El subempleo total creció el 2020 y 2021 y recién en 2022 registró una ligera disminución de 113,000 personas. El déficit para regresar al nivel pre-pandemia se estima en 900,000 personas. No se tiene información para el 2023 a nivel nacional, pero si para Lima, notándose una tendencia similar hasta el trimestre móvil abril-mayo-junio. Cabe la posibilidad de que la Pandemia del Coronavirus haya ocasionado efectos negativos importantes y permanentes sobre estas variables del mercado laboral, pero esto es algo que todavía no se ha demostrado convincentemente. Lo considero poco probable.

Si miramos lo sucedido con los ingresos, medido por las variaciones del PBI per-cápita, llegamos a la conclusión que el PBI per-cápita en el 2022 estaba ligeramente por debajo del nivel pre-pandemia (2019) y si este año se da un crecimiento cercano a 1% esa posición se reforzaría.

En resumen, si el resultado del mes de junio nos lleva a la conclusión que estaríamos en recesión por estar experimentando dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PBI, los resultados del mercado de trabajo no invalidarían esa conclusión, como ocurrió en USA, pues se estaría todavía en una fase de recuperación y no de expansión, lejos de regresar a la situación pre-pandemia.

Con recesión y experimentando todavía inflación relativamente alta, por encima del rango meta, y unas expectativas de inflación de más largo plazo en situación similar, podríamos afirmar que de seguir ambas situaciones por un tiempo mayor se estaría configurando una situación de estanflación. Si en cambio, las expectativas inflacionarias de más largo plazo siguen bajando, el banco central mantiene prudencia en el manejo de la política monetaria, los probables shocks climáticos y de inestabilidad política-social amenguan y la economía mundial ayuda es posible tener una reducción de la inflación sin provocar severos efectos sobre la producción y el empleo adecuado. No se daría la figura de estanflación. Considero que dependiendo de la magnitud del llamado Fenómeno El Niño Global que supuestamente nos empezará a golpear desde octubre de este año hasta el primer trimestre del próximo los argumentos expuestos podrían verse alterados.

SOBRE LA INFLACIÓN EN EL PERÚ: UN NUEVO RECUENTO

JORGE GONZALEZ IZQUIERDO.

UNIVERSIDAD DEL PACIFICO.

En enero  2023, publiqué una actualización del estudio que analizaba el proceso inflacionario que se encuentra experimentando la economía peruana desde 2021, tomando en cuenta la data disponible hasta el mes de diciembre de 2022 (www.gonzalezizquierdo.blogspot.com). En esta nueva actualización considero los desarrollos posteriores mostrada por la data enero- mayo 2023.

La inflación actual (total), que publica el INEI el primer día de cada mes, tocó su techo en el mes de enero 2023 cuando llegó a 8.66% y a partir de ahí registró un comportamiento descendiente hasta el mes de mayo cuando alcanzó 7.89%.

La inflación core, que excluye la variación de precios de combustibles y alimentos y por consiguiente mide los factores más permanentes que impulsan los precios al alza, alcanzó su pico en el mes de marzo 2023 cuando registró un 5.93%, experimentando una caída en los dos meses siguientes alcanzando un 5.11% en mayo.

El diferencial entre la inflación actual y la core es explicado por la presencia de la inflación no-core ligada mayormente a shocks de oferta internos y externos de naturaleza transitoria. Como explicábamos en el paper anterior, la inflación no-core afecta a la inflación actual vía dos canales: a) directo, efectos de primera vuelta, cuando suben fuertemente por ejemplo el precio de los combustibles y alimentos; y b) indirecto, efectos de segunda vuelta, cuando afecta a la inflación core vía salarios, expectativas y/o otros costos de producción. Se conceptúa que la inflación core es un mejor indicador de la evolución futura de la inflación actual que ella misma. Además, las acciones del banco central afectan principalmente a la inflación core.

Las expectativas de inflación de los agentes económicos muestran un comportamiento disímil. Según el BCRP las expectativas a 12 meses han venido mostrando una disminución desde el mes de junio de 2022 cuando alcanzó un pico de 5.35% hasta el mes de mayo 2023 (4.21%), pasando por dos ligeros repuntes transitorios en los meses de enero y marzo 2023. Sin embargo, las expectativas de mediano plazo (años 2023,2024 y 2025) han experimentado también un desenganche del rango meta establecido por el BCRP mostrando cierta rigidez hacia la baja hasta el presente. Al mes de mayo 2023 y sólo contando las opiniones de los ejecutivos del sistema financiero y no financiero la expectativa es que la inflación acabe el año 2023 en un rango de 4.9%-6.0% bien por encima del rango meta del banco central (1%-3%). Para el año 2024 esperan una inflación entre 3.5%-4.0% y para 2025 entre 3.0%-3.8%. Es decir, con información a mayo, la expectativa de inflación es que recién el 2025 se estaría regresando al límite superior del rango meta.

El crecimiento de la economía en términos marginales (desestacionalizado) mostró una desaceleración importante en los últimos dos trimestres puesto que según el INEI el crecimiento del cuarto trimestre 2022 fue escasamente 0.2% y del primer trimestre 2023 -1.1%, comportamiento similar al obtenido con cifras interanuales, 1.7% y -0.4% respectivamente. Aquí juega un rol importante el comportamiento de la inversión privada, en adición al del consumo, que desde el tercer trimestre 2022 viene registrando crecimientos negativos afectada por la inestabilidad política, social e institucional que estamos padeciendo, los relativos altos costos de financiamiento y las perspectivas de un crecimiento lento e insuficiente de la producción.

De acuerdo a la teoría desarrollada por M.Friedman y E. Phelps en los años 60 y comienzos de los 70, encuadrada dentro de la teoría de la inflación de la curva de Phillips, las expectativas sobre el futuro de la inflación juegan un rol crucial en la dinámica de la misma y en la formulación de la política monetaria que tendría  que volverse forward-looking al tener que tomar en cuenta dichas expectativas. Si las expectativas de los agentes económicos no acompañan los esfuerzos del banco central, entonces reducir la inflación se hará a un mayor costo social en términos de desempleo y crecimiento de la producción. Pero si acompañan, la reducción de la inflación se hará a menor costo social. A nivel ideal, si el acompañamiento es perfecto entonces el costo social de reducir la inflación sería nulo.

Con el transcurrir del tiempo se han introducido algunas calificaciones a este concepto. Se dice por ejemplo que si se da una inercia (persistencia) inflacionaria considerable la importancia de las expectativas disminuye en la dinámica de la inflación dado que la inflación de hoy estaría determinada más por la inercia aun si asumo que las expectativas de inflación son forward-looking. Por otro lado, los modelos Nuevo Keynesianos establecen que la frecuencia de ajuste en los precios realizados por los agentes económicos afecta la pendiente de la curva de Phillips haciéndola “más parada” y es uno de los factores responsables de la aparición de “non-linearities” en la curva de Phillips. Este factor puede explicar por qué la inflación sube, dado un nivel de desempleo, sin necesidad que las expectativas hayan aumentado. Pero, ¿por qué la frecuencia de ajuste aumentaría? Por varias razones entre las que destacan cambios estructurales provocados por el progreso tecnológico. Con la aparición del e-commerce y el desarrollo de medios de pagos digitales ciertas rigideces nominales de precios han desaparecido o reducido su importancia haciendo a los precios más flexibles con lo que los ajustes en ellos se hacen más probables.

La teoría de la curva de Phillips Precio estándar considera sólo los efectos de shocks de demanda sobre los precios pero la realidad ha demostrado a lo largo de la historia que los shocks de oferta también son importantes en la determinación de la inflación por lo que mal se haría en no considerarlos ya que pueden tener efectos grandes y duraderos que terminen afectando las expectativas, el PBI potencial, la estructura de la demanda agregada y su relación con la aparición de probables restricciones de capacidad sectoriales que provoquen inflación, y en el diseño de la política monetaria. Es más, he postulado en dos papers anteriores (ver mi blog) que la inflación experimentada por el Perú desde 2021 fue causada, en lo fundamental, por shocks de oferta provenientes tanto del exterior como del interior del país como por ejemplo los derivados de la Pandemia del Coronavirus, la guerra Rusia-Ucrania, la inestabilidad política-social e institucional provocada por el gobierno del señor Castillo y factores climatológicos adversos que nos han golpeado. Además, la experiencia mundial ha demostrado que la implementación del inflation-targeting como framework para la política monetaria y la adopción de reglas monetarias, incrementó la capacidad de la política monetaria de neutralizar los shocks de demanda dejando a los shocks de oferta como una fuente importante generadora de volatilidad en la economía. Cuando se considera dentro de la teoría de la curva de Phillips la influencia de shocks de oferta se postula que estos provocan movimientos hacia afuera o hacia adentro de la curva, según se trate de shocks de naturaleza negativa o positiva respectivamente. ¿Por qué? Porque tales shocks mueven la relación inflación-desempleo en la misma dirección.  Por otro lado, el empeoramiento o mejora de las expectativas inflacionarias también producen movimientos de la curva de Phillips de corto plazo hacia adentro y hacia afuera.

Veamos con unos gráficos lo explicado hasta el momento, para una mejor comprensión.

GRAFICO 1.

LOS EFECTOS DE CAMBIOS EN LAS EXPECTATIVAS O SHOCKS DE OFERTA.



En el gráfico 1, siguiendo a M. Friedman, se mide en el eje de las “X” el nivel de desempleo (μ) o alternativamente el “gap” de desempleo y en el eje de las “Y” el nivel de inflación actual (π). “μN” es el nivel de desempleo de equilibrio o tasa natural de desempleo. Cuando las expectativas de inflación de los agentes económicos (π*) cambian, la curva de Phillips se mueve hacia la derecha o izquierda según éstas empeoren o mejoren. Algo similar sucede cuando se presentan shocks adversos o favorables de oferta. Siguiendo con el caso de expectativas, si por ejemplo la economía se encuentra en el punto “A” con una inflación de equilibrio de 4% al año y el banco central la quiere reducir a 2% e implementa una política monetaria contractiva para alcanzar ese objetivo, es decir, ir de un punto “A” a un punto final “D”, correspondiente a una inflación de 2%. Si las expectativas no lo acompañan al principio (poca credibilidad del banco central, por ejemplo) se tenderá a producir un aumento del desempleo hasta “μ0” (punto B) ya que la gente seguirá esperando una inflación de 4% a pesar de que el banco central implementó su política antiinflacionaria. Con el tiempo, la gente al ver el mayor desempleo, los salarios bajando y la inflación también, ajustarán sus expectativas y esperarán una inflación de 3% con lo que el desempleo comenzará a mejorar ya que la tasa de desempleo caerá a “μ1” (punto C)  todavía por encima del nivel de equilibrio. Con el transcurrir de un tiempo mayor, la gente pasará a esperar una inflación de 2% con lo que la economía alcanzará finalmente el punto “D” donde se reducirá más el desempleo a “μN” y la inflación finalmente alcanza el deseado 2%. Se dio un “loop” de A – B – C – D. Pero, ¿qué hubiera pasado si las expectativas de la gente acompañan plenamente al banco central desde un inicio? La curva de Phillips hubiera bajado de “A” a “D” rápidamente provocada por la reducción de la inflación esperada. No se hubiera dado aumento en el desempleo alguno. Esto grafica la importancia de que las expectativas de los agentes económicos acompañen los esfuerzos del banco central. En un contexto de mayor realidad, por ejemplo,  la eliminación de una hiperinflación en el corto plazo es muy difícil explicar en base a la pendiente de la curva de Phillips puesto que tendría que tomar valores inusuales; la explicación va por el lado de un cambio radical en las expectativas de los agentes económicos que al percibir que se ha dado un cambio drástico en la política monetaria (cambio de régimen monetario de largo plazo) ajustan sus expectativas inflacionarias rápidamente a la baja lo que provoca la veloz caída de la inflación.

Aplicando este modelo conceptual a la realidad peruana en su versión de curva de Phillips Precio, veríamos lo siguiente. Si creemos que la inflación a doce meses es la relevante entonces la reducción de expectativas inflacionarias que estamos experimentando ayuda a que la inflación actual baje ya que la curva de Phillips estaría desplazándose hacia la izquierda. Si en cambio, estimamos que las expectativas relevantes son las de más largo plazo (como así lo considero), que como vimos son lentas en reducirse, entonces se hará más difícil para el banco central lograr alcanzar su meta inflacionaria en un lapso de tiempo relativamente corto (2023)   provocando, ceteris paribus, un menor crecimiento de la economía y del empleo adecuado. Los shocks de oferta positivos provenientes actualmente del extranjero ayudan a reducir la inflación (curva de Phillips hacia la izquierda) por la reducción en el precio de los combustibles, alimentos y fertilizantes que provocan. Sin embargo, los shocks de oferta internos, fenómeno de el Niño Costero, la probable llegada en octubre del presente año del fenómeno de el Niño Global y el probable agravamiento de la incertidumbre política-social e institucional en un futuro cercano representan shocks de oferta negativos de naturaleza transitoria que elevarían la inflación actual sobre todo por su impacto sobre el precio de los alimentos, pero su probable efecto sobre la inflación core estaría supeditado, básicamente, a su efecto sobre las expectativas de más largo plazo y sus efectos derivados sobre el mercado laboral, de bienes y servicios y financiero. Será la realidad mediata la que nos diga el efecto neto de ambos tipos de shocks. 

GRAFICO 2

LOS EFECTOS DE CAMBIOS EN LA FRECUENCIA DE AJUSTE DE PRECIOS.


En el gráfico 2 se muestra la segunda hipótesis asociada a los modelos Nuevo Keynesianos. En el eje de las “X” se mide nivel de desempleo o alternativamente el “gap” de desempleo (μ) y en el eje de las “Y” la inflación actual (π). Supongamos que se está experimentando una inflación de equilibrio de 4%, punto “C”. Por ese punto pasan dos curvas de Phillips “A” y “B”. Ambas corresponden a una inflación esperada (π*) de 4% al año. Pero la curva “A” refleja una situación en la que los agentes económicos realizan cambios en los precios de manera infrecuente. La curva “B” refleja un comportamiento de mayor frecuencia en los ajustes de precios. Si por ejemplo, el banco central quiere reducir la inflación a 2% la misma política antiinflacionaria producirá un mayor desempleo (punto D) cuando la frecuencia de ajuste de precios es poca que cuando es mayor (punto E). Similarmente, cuando se sigue una política monetaria expansiva se tenderá a provocar mayor inflación cuando los ajustes de precios son más frecuentes que cuando son infrecuentes. Aplicando este modelo al caso peruano actual, si se demuestra que la frecuencia de ajuste de precios se ha incrementado (curva “B”) le será relativamente más rápido y menos costoso al banco central reducir la inflación con la política monetaria contractiva que implemente.

Quisiera dedicar algunos comentarios finales sobre la postura (stance) de la política monetaria implementada por el BCRP. Después de que por 18 meses seguidos, desde agosto 2021, el banco central subiera su tasa de referencia de 0,25% a 7.75%, la ha mantenido en ese nivel desde enero 2023 hasta el presente probablemente, entre otras razones, por el retraso con que afecta la política monetaria a la economía e inflación que como sabemos es largo y variable. Normalmente, cuando un banco central sube su tasa de referencia es para provocar que las tasas de interés nominales y reales alcancen niveles que ayuden a deprimir el crecimiento de la demanda agregada vía principalmente por el encarecimiento que provoca en el costo del financiamiento otorgado por el sistema financiero al sector privado (familias y empresas) afectando adversamente el consumo, inversión, tipo de cambio nominal y real además de poner en acción el resto de los canales convencionales de transmisión de la política monetaria como el de crédito, expectativas y precio de activos, que también colaboran en alcanzar dicho objetivo. En la literatura empírica al respecto se estima que tasas reales de por lo menos 3%-4% serían suficientes para reducir la inflación a los niveles deseados. Veamos cómo estamos en ese respecto en nuestro país.

Según el último Reporte de Inflación del BCRP (marzo 2023) se estima que la natural rate of interest o tasa real de interés de equilibrio de largo plazo de la economía peruana sería de 1.5%. A pesar de saber que toda estimación de una variable no observable conlleva mucha incertidumbre, vamos a trabajar con ese número. Con un target de inflación entre 1%-3% la tasa nominal neutral de referencia del banco central, aquella que no provoca un calentamiento de la economía ni una contracción y pone a la inflación actual igual a la esperada y a la core, estaría entre 2.5%-4.5%. Tasas superiores marcarían una postura contractiva para la política monetaria. Tasas inferiores, una postura expansiva. En la actualidad, la tasa de referencia nominal del banco central es 7.75% bastante por encima de la tasa neutral nominal calculada. Estimemos ahora el comportamiento real de la misma. Si trabajamos con la inflación esperada a doce meses al mes de mayo, veríamos que la tasa real de referencia sería de 3.54% apreciablemente mayor a la estimada como natural rate of interest (1.5%); es decir, estaría en una posición contractiva. Si en cambio utilizamos la inflación esperada de más largo plazo, año 2024, la tasa real de referencia estaría entre 3.75%- 4.25% mayor también a la natural rate of interest y configurando una posición contractiva. Si trabajamos con la estructura temporal de tasas de interés de la economía llegamos a conclusiones similares ya que por ejemplo para un plazo de diez años la tasa de interés real de un bono soberano en soles estaría alrededor de 5% si estimamos la expectativa de inflación relevante para ese plazo en 2% y el rendimiento de dicho bono en alrededor de 7% como es en la actualidad. Claro está, que sobre la estructura temporal de tasas de interés, sobre todo en el tramo mediano y largo, operan otros factores, en especial, flujos de capital generados por ajustes de portafolio financiero de los agentes económicos nacionales y extranjeros.

En conclusión, la posición de la política monetaria es claramente contractiva.

Lo que si recomendaría es que habría que esperar que la inflación core, no sólo la actual, muestre una tendencia clara y estable hacia la baja para empezar a reducir la tasa de referencia, al menos dos o tres trimestres consecutivos, observando también los desarrollos en política monetaria que hagan otros bancos centrales, en especial, el de USA, además de observar la batería de variables relevantes con las que suelen trabajar los bancos centrales. Un factor que ayuda en esa tarea es que los mercados financieros se adelantan, vía expectativas, al accionar del banco central. Si por ejemplo, los mercados financieros esperan que el banco central no suba más la tasa de referencia y pronto comience a bajarla, ellos se adelantarán y comenzarán a reducir el costo del financiamiento aun cuando el banco central todavía no empezó a hacerlo. La estructura temporal de tasas de interés de corto plazo y de más largo plazo se puede invertir o aplanar como está sucediendo en nuestro caso. Con ello, el banco central podría considerar la posibilidad de esperar un poco más antes de iniciar la reducción de su policy rate. Por otro lado, es sabido que reducir la inflación requiere de un periodo en que el crecimiento de la economía esté por debajo de su potencial por lo que no sería prudente exigir que la política monetaria, antes de lo que sería aconsejable, empiece a reducir su policy rate basado en argumentos de estimular el crecimiento de la economía y el empleo en el corto plazo.

RECESIÓN Y ESTANFLACIÓN: EL CASO PERUANO

JORGE GONZALEZ IZQUIERDO UNIVERSIDAD DEL PACIFICO Últimamente ha renacido en el mundo y en el Perú el temor de caer en recesión y sobre ...