JORGE GONZALEZ IZQUIERDO.
I) CORTO PLAZO.
1)
En el
corto plazo lo fundamental es controlar la Pandemia hasta que aparezca la
vacuna porque el curso futuro de la economía va a depender de tres factores: a)
primero, de lejos el más importante, el desenvolvimiento de la pandemia; b) la
política económica ya ejecutada (presencia de lags) y la que está por
implementarse; y c) las secuelas de mayor duración que la Pandemia ha dejado en
la economía como incremento del desempleo estructural; quiebra de empresas;
inadecuado financiamiento a las micro y pequeñas empresas, todo ello afectando
adversamente la productividad de la economía y provocando algún daño al PBI potencial.
2)
Una
vez controlada la Pandemia se tendría que finalizar la fase de reapertura de la
economía para tener al aparato productivo (OA) plenamente operativo. Esta fase
continuaría con el proceso de recuperación (rebote) iniciado en Mayo
(crecimiento de 8.5% frente a Abril), Junio (crecimiento de 14.5% respecto a
Mayo) y Julio (crecimiento de 7.5% frente a Junio), pero que se vio cortado en Agosto y en Setiembre por las medidas
restrictivas tomadas a nivel nacional
por el gobierno dado el agravamiento de la salud pública provocado por el
repunte de la Pandemia. Pero esta fase, tiene una duración corta. Estimo que a
fines de año podría haber mermado fuertemente su impulso. Durante esta fase, el
comportamiento de la producción y el empleo están básicamente determinados por
factores de oferta, dado que el gasto total y especialmente el privado interno
responde, básicamente, a factores endógenos ligados al comportamiento de la
oferta agregada (OA), y el gasto público
no fue expansivo. El proceso de recuperación hasta el momento, señala que éste
se dio con mayor dinamismo en sectores productores de bienes y no tanto de
servicios (que son intensivos en el uso de mano de obra), lo que implica que el
empleo se recupere, en términos de
unidad de producto, no tan intensamente. En la fase de reactivación se debe
modificar este patrón de crecimiento vía, básicamente, política fiscal y
sectorial dando especial énfasis a sectores intensivos en el uso de mano de
obra.
3)
Según
el BCRP, en un reciente informe semanal, hasta Agosto del presente año el Gasto
No Financiero del Sector Público creció en términos nominales 2.6%% lo que
descontando la inflación del periodo da un crecimiento real de alrededor de 1%. Este comportamiento hará
sentir sus efectos contractivos en los próximos uno o dos trimestres por el retraso con el que actúa
la política fiscal. Lo que haga el gobierno a partir de Agosto hará sentir plenamente
sus efectos en la economía, recién a partir de inicios del 2021. En este
respecto, preocupa el comportamiento de la inversión pública que muestra
crecimientos negativos tanto en Junio como Julio, Agosto y posiblemente
Setiembre. Por ello, la política fiscal debe ser “forward looking”.
4)
Luego, lo que toca es iniciar una tercera fase, la
de plena reactivación de la economía para recuperar en el menor plazo posible los niveles de empleo y
producción pre-pandemia; creo que la reactivación se debe medir no tanto por el
crecimiento del producto sino por el del empleo adecuadamente productivo. En
esta fase, el crecimiento de la producción y empleo estará determinado,
básicamente, por el comportamiento de la demanda agregada (gasto) (DA),
tanto interna como externa neta, dadas las imperfecciones
existentes en los diferentes mercados de la economía. En esta fase la política
fiscal será determinante dado que el gasto privado tendrá un crecimiento relativamente
modesto, tanto a nivel de consumo pero
sobre todo de inversión. Por ello considero que no sería adecuado plantear una
consolidación fiscal drástica en el 2021. El déficit fiscal primario debe ser
apreciable todavía pero reflejando incrementos de gasto en inversión pública,
sobre todo en salud, infraestructura y educación, y en menor medida, en consumo
que involucre transferencias. La consolidación fiscal drástica debe iniciarse cuando el gasto
privado y externo neto crezcan fuerte y sostenidamente, y se deberá anunciar
claramente un derrotero de retorno a la sostenibilidad fiscal en el menor
tiempo posible. En términos del
financiamiento a ese esfuerzo fiscal no todo debe descansar en mayor
endeudamiento. Primero, debiera de hacerse un esfuerzo de reasignar recursos de
aquellas partidas cuyo gasto sería de baja productividad como “consultorías y
asesorías” y de aquellas otras que a nivel de gobiernos sub-nacionales
secularmente registran poca utilización. Segundo, estimo que podría recortarse
en alrededor de un punto porcentual del PBI las exoneraciones tributarias y
otros tratamientos preferenciales. Finalmente, quedaría el endeudamiento
interno y externo. En este respecto quiero rescatar la información dada por el
BCRP de que en el presente año el sector privado generaría un porcentaje muy
importante de ahorro neto (8% PBI) y el 2021 uno de casi 3% PBI. De cumplirse
estos estimados, el gobierno podría poner a trabajar el ahorro que el sector
privado no desea utilizar emitiendo bonos en el mercado local; en este caso no
se darían mayores presiones al alza en las tasas de interés de mediano y largo
plazo internas ni tampoco efecto
“crowding out” alguno sobre el gasto privado. En el frente externo, todo apunta
a que la situación de muy bajas tasas de interés reales seguirá por un tiempo
relativamente largo; es un buen momento de endeudarse emitiendo bonos en los
mercados mundiales dado que, entre cosas, se asegura que el crecimiento de la
economía para esos horizontes de deuda sea superior a su costo con lo que se
facilita el servicio de esa deuda. Claro está, que internamente no se caiga en
políticas de corte populista, irresponsables, que aumenten el riesgo país o
peor aún afecten nuestro grado de inversión obtenido. Por el lado de la
política monetaria las cosas han ido
mejor. El BCRP instrumentó una política monetaria que busca dos
objetivos fundamentales: a) estabilizar
el sistema financiero a fin de que no se interrumpa el flujo normal de crédito
al sector privado y b) contribuir a que
la eventual reactivación de la economía sea tan vigorosa como sea posible.
Utilizó en un primer momento dos de sus principales mecanismos convencionales,
reduciendo apreciablemente las tasas de encaje tanto en dólares como en soles y
situar su tasa de interés de referencia en 0.25%, casi 0%; con ello busca bajar
el costo del endeudamiento y promover condiciones financieras que ayuden luego
a la reactivación de la demanda agregada interna. Luego pasó a hacer uso
de mecanismos no convencionales para dar
liquidez al sistema financiero como por ejemplo, los orientados a solucionar
problemas de liquidez de las empresas (Reactiva Perú 1, 2) y a evitar efectos
negativos sobre la economía producto de algunas medidas convertidas en ley por
parte del Congreso de la República (caso AFPs). Considero que el banco central está
capacitado para la tarea de estabilizar el sistema financiero pero no lo está
para tratar de llegar a segmentos específicos de la economía a fin de
incentivarlos; recomiendo que no lo haga; eso es tarea de la política fiscal. Así
mismo, considero que todavía no es momento de utilizar mecanismos no
convencionales como compra de bonos soberanos del MEF en el mercado secundario
y/o primario para afectar las tasas de
interés de mediano y largo plazo o
reducir aún más el nivel de la tasa de interés de referencia
para llegar a terreno negativo. Los efectos secundarios de tales medidas
podrían acarrear sustanciales costos dada la situación actual y previsible de
corto plazo de la economía. Considero que
debe usar con mayor intensidad el mecanismo de “Forward Guidance” dada
la apreciable credibilidad que los agentes económicos tienen en el banco
central y que tan buenos resultados está
dando en otras economías, minimizando costos colaterales; en este sentido en
sus pronunciamientos sobre política monetaria
debe dejar constancia explícita
que su política seguirá el principio de “lower for longer” (L4L) para
estimular desde ahora al gasto privado. El exceso de ahorro privado detectado
en el mercado de fondos prestables tiene efectos en el mercado monetario porque
se plasma en una situación de exceso de demanda por dinero configurando así un
escenario macro de contracción de la demanda agregada por bienes, servicios y
activos financieros no monetarios con exceso de demanda por dinero, al mismo
tiempo. En circunstancias normales la receta sería hacer una política monetaria
expansiva para resolver la situación de exceso de demanda en el mercado
monetario y con ello estimular la demanda agregada por bienes y servicios. Pero
esta no es una situación normal. Aquí el exceso de demanda por dinero es una
consecuencia de la crisis y no su causa,
ya que las medidas de tipo sanitario adoptadas que causan una demanda agregada
deficiente obliga al sector privado a demandar
más dinero. En este contexto la solución no es aumentar la oferta
monetaria sino una política fiscal expansiva que ponga a trabajar el exceso de
ahorro privado y también una política de reprogramación de deuda que
conlleve un importante alivio de deuda para aquellos agentes
económicos que tengan esa restricción. Sin embargo, ésta medida presenta el
problema que restringe la oferta de nuevos créditos para dichos sectores ya que
inmoviliza recursos por un tiempo. Otro aspecto a tomar en cuenta por su
importancia son las expectativas de los agentes económicos. Si estas permanecen
adversas, la vuelta a la normalidad tomará
mayor tiempo que el debido. Los modelos basados en el enfoque clásico
señalan claramente la importancia de las expectativas e incluso algunos
economistas de esa corriente llegan a decir que las recesiones se inician
cuando la gente se vuelve pesimista respecto al futuro y se acaban cuando ese
sentimiento se torna en optimismo. Por ello, la política económica del gobierno
debe contemplar este aspecto y formular acciones que vayan más allá de la
política fiscal y monetaria para hacer que los agentes económicos dejen
posiciones pesimistas, especialmente frente al proceso electoral que se
avecina. Esto es especialmente relevante para la inversión privada dado que hoy
considero se necesita propiciar un shock
de inversión privada que requiere de un mejoramiento sustancial de expectativas
y que contemple también un manejo adecuado institucional y social.
5)
Estimo
que este año el crecimiento estará entre -12% y -14% y con las medidas
restrictivas tomadas en Agosto que comprometieron alrededor del 15% del PBI, se
estaría inclinando más hacia el -14%.
II) MÁS LARGO PLAZO.
6)
Pero considero que esta crisis
nos brinda una oportunidad sin paralelo en la historia moderna de nuestro país
para introducir modificaciones sustanciales al proceso de crecimiento y
desarrollo económico y social del Perú, debido a que esta Pandemia mostró con suma
claridad las serias deficiencias que
tenemos en aspectos tan vitales como salud, educación, informalidad laboral y
empresarial, infraestructura, calidad de instituciones, eficiencia del sector
público. Si ponemos bajo control a la Pandemia o mejor aún llega al país
prontamente la vacuna, superar la adversa coyuntura no debe representar un
serio problema desde el punto de vista de formulación de la política económica adecuada
porque después de la Gran Crisis Financiera Mundial 2008-2009 la ciencia y política
económica consolidaron el conocimiento y la praxis de cómo afrontar un proceso
de recesión debido a un déficit de demanda, como es nuestro caso, tanto en su vertiente fiscal como monetaria y
de tratamiento de expectativas. Por lo que el próximo gobierno o los candidatos
presidenciales deben abocarse con mucho ahínco a proponer políticas orientadas
a solucionar las graves deficiencias puestas
en evidencia por la Pandemia, entre otras.
7)
Propongo
abordar los siguientes aspectos económicos y sociales:
a)
Perfeccionar
el funcionamiento del sistema de economía de mercado que está operando en
nuestro país acercándolo a estas cinco características deseables: i) que el
sector privado sea el responsable de producir los bienes y servicios que la
sociedad necesita en condiciones de calidad, cantidad y oportunidad adecuadas
concediendo un rol subsidiario al
estado; ii) en todos los mercados debe existir la mayor competencia posible; iii)
para asegurar lo anterior debe existir un marco regulatorio simple, eficiente y
predecible; iv) la provisión de bienes públicos debe ser adecuada en términos
de calidad, cantidad y cobertura (salud, educación, seguridad, infraestructura,
etc.); v) creación e implementación de una fuerte red de seguridad social
pensando sobre todo en los sectores más
vulnerables. La economía de mercado que tenemos falla en cumplir con casi todas
estas características.
b)
Eliminar
la extrema pobreza y reducir la pobreza a un dígito. El requisito necesario
pero no suficiente es conseguir un crecimiento del ingreso per-cápita
superior al 3.8% promedio anual para
reducir la pobreza monetaria en alrededor de dos puntos porcentuales por año en
promedio. Crecimiento del ingreso per-cápita de 1.95% promedio anual como el
que tuvimos en el periodo 2014-2019 sólo
produjo una disminución de la pobreza monetaria de 0.61 puntos porcentuales
promedio anual, claramente insuficiente. La Pandemia aumentará la pobreza
monetaria en por lo menos siete puntos porcentuales este año.
c)
Disminuir
sustancialmente la desigual distribución del ingreso, riqueza y sobre todo, de
las oportunidades. Según un estudio reciente de profesores de la Universidad
del Pacífico el coeficiente GINI retrocedió a niveles de 2010 con esta Pandemia.
La política tributaria, primero, y de gasto, después, se podrían usar para este
fin. Esto también ayudaría al fortalecimiento de la clase media para hacerla
menos vulnerable a los efectos de shocks negativos externos y/o internos. Un
país logrará un mayor desarrollo económico y social en la medida que su clase
media sea mayoritaria y sobre todo consolidada. La clase media hoy en el país
siente que lo que aporta a la economía es bastante mayor a lo que recibe de
ella. Esto también acelerará la movilidad social tanto horizontal como vertical
en la sociedad.
d)
Disminuir
radicalmente la informalidad laboral y empresarial que hace daño al bienestar
de la sociedad peruana como fenómeno de largo plazo y a la formulación de
políticas públicas. El problema fundamental de la informalidad no son los
supuestos altos costos de ser formal sino
sus bajos niveles de productividad que le impiden generar ingresos
suficientes para sufragar los costos de ser formal. Prueba de ello es que según
el INEI para el 2019 del total del valor agregado generado en un año en la
economía (PBI) alrededor del 80% provenía del llamado sector formal y sólo el
20% restante del informal a pesar que
este último es el que alberga al 72% del empleo y al 77% de las unidades
productivas. La política adecuada para reducir la informalidad debe pasar por
elevar sustancialmente los niveles de productividad, como tarea principal, y
aminorar los costos de ser formal eliminando los excesos. Pero de ninguna
manera centrarse sólo en reducir costos de ser formal. Eso ya se probó en
anteriores gobiernos y no funcionó. La pregunta entonces es cómo se consigue
elevar sustancialmente la productividad del sector informal. La respuesta está
en hacer profundas reformas estructurales que se detallan en el siguiente acápite.
e)
Para
conseguir los objetivos señalados como deseables, en adición a las políticas
específicas enumeradas, se deberán realizar al menos las siguientes seis
reformas estructurales :
i. Reforma profunda de la educación, sobre todo la pública para garantizar el acceso a una educación de calidad en todas sus dimensiones a los 33 millones de peruanos.
ii. Reforma profunda de la salud, en especial la salud pública que garantice un nivel mínimo de salud a toda la población.
iii. Reforma profunda del estado para garantizar su funcionamiento eficiente en los diferentes roles que le toca jugar en la sociedad.
iv. Reforma profunda de las Instituciones que consista en crear las instituciones que se consideren faltantes así como reformar y empoderar a las existentes para que cumplan cabalmente con el rol para que fueran creadas. Con instituciones débiles como tenemos ahora, no llegaremos muy lejos.
v. Inversiones masivas en infraestructura para reducir sustancialmente el apreciable déficit que existe en la actualidad, estimado en 160,000 millones de dólares, un 72% del PBI.
vi. Reforma profunda del sistema financiero para facilitar, entre otros objetivos, el adecuado acceso a dicho sistema a los segmentos de micro, pequeña y medianas empresas.
8) Hacer las reformas estructurales propuestas no será tarea fácil porque todavía quedan problemas grandes por resolver como la corrupción, que está relativamente extendida en la sociedad, tanto en el sector privado como público; la lucha en contra que probablemente hagan algunos grupos de poder económico, político y social que no desean perder las rentas económicas y no económicas generadas por una posición de dominio o que profesen ideologías trasnochadas como el populismo que tanto daño hace al bienestar de una sociedad.
Desde el punto estrictamente económico las reformas estructurales son vitales para elevar considerablemente el crecimiento potencial de la economía dado su efecto positivo sobre el crecimiento de la productividad total de factores. En el caso nuestro, considero que se necesitaría un crecimiento potencial de por lo menos seis por ciento anual para sentar las bases de una sociedad más justa en términos de los objetivos planteados con anterioridad. El actual, pre-pandemia, estimado entre 3.5% - 4% anual no alcanza, es insuficiente para respaldar el esfuerzo que el país requiere para lograr una transformación que logre una sociedad de alto nivel de bienestar, justa e inclusiva. Y ¿cómo se eleva el crecimiento potencial a 6% o incluso más? Realizando al menos las seis reformas estructurales postuladas.
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