JORGE GONZALEZ IZQUIERDO.
UNIVERSIDAD DEL PACIFICO.
1) Percibo que en nuestro país hay una excesiva preocupación por el tema de la deuda pública (DP) calculada a través del ratio DP/PBI que según estimaciones oficiales (MEF) estaría alrededor de 34%PBI para este año cuando el año pasado fue 27%PBI; aun cuando, la deuda neta estaría cerrando en 23%PBI. Esta actitud está llevando a que los hacedores de política económica piensen hacer una política de gasto fiscal contractiva para el 2021, con la excepción notable de un alto funcionario de una institución de mucho prestigio del sector público que piensa que hay que hacer política fiscal expansiva por un tiempo todavía. No comparto la actitud descrita. Creo que se está exagerando con el tema de la deuda pública y menos lo de hacer política de gasto fiscal contractiva en el 2021.
2) Desde el punto de vista de la teoría económica y de la práctica se debe hacer consolidación fiscal cuando el gasto privado interno crece vigorosa y sostenidamente complementado con un apoyo del gasto externo neto. En esa situación no estamos todavía hoy ni lo estaremos en un corto plazo. No hay que dejarse influenciar por las cifras estadísticas de muy corto plazo porque ellas contienen un fuerte componente de rebote estadístico.
3) Desde mi punto de vista, en el 2020 se hizo política de gasto fiscal contractiva sobre todo en inversión debido a que, trabajando con cifras del BCRP, hasta el mes de Julio el gasto público no financiero creció en términos reales negativo y considerando los “lags” con los que opera la política fiscal sus efectos contractivos sobre el gasto agregado se estarían sintiendo a lo largo del segundo semestre del 2020. ¿Y el déficit fiscal primario de casi 8%PBI, no es un indicador de una política fiscal fuertemente expansiva? No creo así. En circunstancias normales así sería. Pero las actuales no son normales. El déficit primario fue causado, en lo principal, por un shock exógeno provocado por la Pandemia del Covid-19 que ocasionó un derrumbe de los ingresos fiscales.
4) Por otro lado, causaría genuina preocupación si los déficit primarios fueran el resultado de un gobierno “gastador”, cuyas políticas fiscales tienen el gen de gastar más allá de sus posibilidades, tipo Venezuela por ejemplo. Pero no. Nuestro caso no es así. Estos déficit son transitorios, temporales por naturaleza. Cuando se ponga bajo control la Pandemia, no habría razón de seguirlos causando. Se empezaría hacer consolidación fiscal. Los mercados creo lo interpretan de esta forma. El riesgo país sigue bastante bajo y las principales calificadoras de riesgo no han degradado la deuda pública tanto en dólares como en soles ni tampoco alterado sus perspectivas.
5) Considero que hay un factor que tendrá decisiva influencia en el comportamiento de la economía en el corto plazo y en la situación fiscal. Me refiero a la llegada de la vacuna anti Covid-19. ¿Por qué? Porque normalizaría el comportamiento del gasto privado, sobre todo del consumo. Pero, entiendo por “llegada de la vacuna” a una situación en la que se haya vacunado al menos entre el 70%-75% de la población para conseguir la llamada “inmunidad de rebaño”. Con ello se conseguiría un mayor crecimiento del gasto privado permitiendo iniciar un proceso de consolidación fiscal gradual y creíble. Estimo que conseguir ese objetivo nos tomaría unos seis meses. Por lo cual, la política de gasto fiscal tendría que ser expansiva, al menos, durante el primer semestre 2021. Acompañada con una política monetaria de similar stance.
6) El aumento en el gasto público ya no debe seguir priorizando el consumo (corriente), como es el caso del reciente bono a los trabajadores del sector público dado que este sector de la fuerza laboral fue el menos afectado por las secuela de la Pandemia y el multiplicador de este tipo de gasto es bastante reducido. Se debe enfatizar el gasto en inversión en infraestructura para impulsar más fuertemente el crecimiento de la producción y el empleo, limitar el daño a la oferta agregada y reforzar la productividad del sector privado. Sin embargo, hay que reconocer que existen graves limitaciones estructurales a la expansión del gasto en inversión con calidad que el presente gobierno deberá de afrontar. Algunas ideas al respecto son las de terminar un buen número de proyectos de inversión pública que se quedaron a medio hacer por diversos motivos y que la Contraloría General los detectó en un informe de unos dos años atrás y usar con renovada intensidad esquemas como el pago de obras con impuestos y las APP.
7) Otra razón poderosa que respalda la posición de hacer política fiscal expansiva tiene que ver con el comportamiento del sector privado. Resulta que por motivos de fuerza mayor creados por la Pandemia, el sector privado generó importantes montos de exceso de ahorro privado como se demuestra claramente con el modelo de Fondos Prestables sobre todo en una situación en la que la tasa de referencia del BCRP está prácticamente en cero por ciento. El BCRP estima que para el 2020 el exceso de ahorro privado es de alrededor de 9%PBI y de 3%PBI para el 2021. Si el sector privado no desea usar esos recursos entonces el sector público debe ponerlos en uso a través de una política de gasto en inversión expansiva; el costo marginal social de los recursos estará claramente por debajo de su utilidad marginal social. Además no tendría que producirse el tan temido efecto de “crowding-out” sobre el gasto privado. Por otro lado, parte de estos recursos podrían financiar una expansión del gasto privado en consumo sobre todo cuando llegue la vacuna, ya que un sector de los agentes económicos se vio “obligado a ahorrar” dado que la utilidad marginal a consumir sufrió un shock adverso y alentó a posponer el consumo en el tiempo; de esta forma, los agentes acumularon muchos activos líquidos que se expresó en un crecimiento de M2 de 34% a Octubre de este año, que facilitará el financiamiento del gasto.
8) El mundo actual y el que se prevé para el futuro mediato es uno de bajas tasas de interés en términos nominales y reales. Este nuevo environment exige un cambio en el framework con el que se analiza el problema fiscal como ha empezado ya a proponerse en los principales circuitos académicos del mundo desarrollado. Tradicionalmente se ha puesto casi toda la atención en la evolución del ratio Deuda Pública Total (DP) sobre PBI y en la evolución de dicho ratio se vislumbra la capacidad de pago futura de un país. Creo que a pesar de ello tal ratio tiene un problema conceptual. ¿Cuál? que relaciona un stock con un flujo. En el numerador se pone un concepto de stock (DP) y en el denominador uno de flujo (PBI). Debiera de ponerse en ambos lados sólo stocks o sólo flujos para ser coherentes. Por ejemplo, si deseo insistir con poner DP en el numerador, debo poner en el denominador el valor presente neto de un flujo futuro de PBI, digamos, de los próximos 15 años. Si hiciéramos esto, el ratio disminuiría apreciablemente debajo del 34%PBI actual. Pero, hacer estos cálculos conlleva mucha incertidumbre por lo que es mejor virar hacia la otra opción que es la de flujo-flujo. Debemos considerar en el numerador el servicio de la deuda externa a nivel de pago de intereses o quizá también incluir la amortización del principal, y en el denominador el PBI. Pero, el servicio de la deuda debe ser ajustado por inflación ya que esta última “se come” parte de ella. Por consiguiente, debemos estimar el valor REAL del servicio de la deuda y compararla con el PBI. El MEF presenta unos estimados, desconozco si corresponden al valor real del servicio de la deuda, que para el 2020 da una cifra de 1.8%PBI (sólo intereses) y de 2.1%PBI con amortización. Para el 2021 las cifras son de 1.9% y 2.2% respectivamente. Para los siguientes dos años el total sube hasta un 3%PBI. Visto así, la cosa cambia ya que el esfuerzo de pago que la deuda pública total demandaría a la economía, estaría entre 2%-3%PBI. Este nuevo environment exigiría que se sigan haciendo operaciones de reingeniería financiera cancelando deuda cara con toma de deuda nueva más barata. Para así mantener bajo control el ratio estimado.
9) Adicionalmente, existe otro argumento muy poderoso derivado del nuevo environment de las tasas de interés, que debe entrar en consideración. Es el referido a la relación entre costo promedio de la deuda pública (r) y el crecimiento potencial de la economía (g). Si las tasas de interés están bajas y se mantendrán bajas en el mediano plazo, es probable que g sea mayor que r más ahora que el maturity de la deuda pública se está alargando (hasta cien años) y se genera el tiempo necesario para hacer las reformas estructurales que se necesiten para elevar el crecimiento potencial a alrededor del 6% anual o más. Si g es mayor a r el país no tendría mayores problemas para afrontar el servicio de su deuda pública y el ratio que tanto se usa DP/PBI bajaría en el tiempo.
10) Si g es mayor que r, el tema de los efectos de las finanzas públicas sobre la economía debe sufrir algunos ajustes. Desde el punto de vista del Gasto Agregado, claramente se puede concluir que en una recesión una política fiscal expansiva podría mejorar el tan mentado ratio DP/PBI. Desde la perspectiva de la Oferta Agregada, las bajas tasas de interés reales posibilitan que una mayor cantidad de proyectos de inversión sean rentables y puedan afrontar con relativa tranquilidad su servicio en el tiempo, pudiendo incluirse no sólo infraestructura sino también formación de capital humano, investigación y desarrollo justo ahora que la Pandemia aceleró la llegada a la economía de los alcances de la Cuarta Revolución Industrial vale decir, inteligencia artificial, automatización y robotización.
11) Finalmente, unas palabras sobre como generar mayores ingresos. Independientemente de lo discutido hasta este momento, se hace inevitable reconocer que en el futuro se tendrá que elevar en forma autónoma, en algún porcentaje, los ingresos del gobierno general. Pero antes de pensar en subir impuestos o crear nuevos se debe pensar en recortar y/o eliminar gastos. Primero, es posible reducir drásticamente el gasto en Consultorías y Asesorías que el Sector Público realiza y que se acerca a los dos mil millones de soles al año. Segundo, reducir entre 0.5%- 1%PBI las exoneraciones tributarias y otros tratamientos preferenciales en un tiempo prudencial. Y obviamente, eliminar los gastos generados por la atención de la Pandemia. Luego pensar en ajustar impuestos. Considero que se debe gravar el consumo y no el ingreso por varias razones pero principalmente porque el consumo refleja mejor que el ingreso el bienestar que un agente económico obtiene de la sociedad. Además, en teoría de los precios está sólidamente demostrado que gravar el ingreso por ejemplo de una persona, afecta adversamente su deseo de trabajar, ahorrar e invertir en el tiempo, con lo que produce en términos agregados efectos adversos sobre el crecimiento potencial de la economía, los salarios reales y otras variables. También hay que considerar el efecto que sobre los ingresos del gobierno general tendrá un shock exógeno, esta vez de naturaleza positiva, producto del apreciable aumento en el precio del cobre y otros metales que el país exporta. Mientras dure esa situación, nos ayudará a cerrar la brecha fiscal con un menor esfuerzo fiscal.
Por sobre todos estos considerandos, no se debe permitir que desde el Congreso de las República se concreten iniciativas de gasto de naturaleza populista que compliquen tremendamente la cuantía del resultado fiscal primario y la capacidad de servir la deuda pública al implicar gastos de dudoso retorno económico y crear expectativas adversas en los mercados nacionales y sobre todo mundiales. El Congreso se convertiría así en un constante shock exógeno adverso a las finanzas públicas y a la economía del país.
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