JORGE GONZALEZ IZQUIERDO
UNIVERSIDAD DEL PACIFICO.
La economía peruana se encuentra
experimentando un proceso de desaceleración económica desde 2014 dado que ha venido registrando crecimientos de la producción inferiores a su
potencial. El año 2019 no fue la excepción. Con cifras oficiales, el crecimiento obtenido fue un escaso 2.1% bien por debajo del 4% que estimo
es el crecimiento potencial de la economía peruana. La pregunta que emerge es
por qué no podemos llegar en el corto plazo a un crecimiento sostenido de por
lo menos 4%?. En las líneas que siguen intentaré dar una explicación.
Considero que la economía peruana presenta las siguientes dos características:
a) en uno o más de sus mercados existen imperfecciones importantes de diversa
naturaleza como escasa competencia, información imperfecta,etc.; y b) divergencia con la hipótesis del ingreso
permanente en el comportamiento del consumidor. Ambas condiciones determinan que,
para el corto plazo, el comportamiento de la producción esté determinado,
básicamente, por el comportamiento de la demanda agregada, en especial del
gasto interno, y que políticas expansivas (contractivas) tengan efectos
relativamente importantes sobre el gasto y la producción, sobre todo la fiscal. En
adición, por ser la economía peruana una pequeña economía relativamente
abierta en la que sectores primarios tienen un peso importante,
como minería metálica, la probable
presencia de choques de oferta transitorios internos y externos también
condicionan su desenvolvimiento en el corto plazo (caso coronavirus por
ejemplo).
Con este marco conceptual analizaré la
coyuntura económica nacional. La razón principal por la que se está creciendo
debajo del potencial es un déficit de gasto, especialmente interno. Según el
banco central, el gasto interno creció escasamente 2.3% en 2019 con un registro
de 2.0%para el último trimestre, bien por debajo del 4.4% estimado como
promedio anual para la última década. En este comportamiento destacaron los
siguientes factores : a) una apreciable reducción en el crecimiento de la
inversión pública que registró un -2.1% frente al 6.8% del año anterior
producto básicamente de la escasa capacidad de gestión registrada en los tres
niveles del sector público; b) una desaceleración del consumo privado que pasó
de crecer 3.8%en 2018 a 3.0% en 2019
como consecuencia de un insuficiente crecimiento del empleo formal urbano, de
los ingresos reales provenientes del trabajo y de un deterioro de expectativas.
En el frente externo, las exportaciones totales registraron una fuerte
contracción en su crecimiento pasando de 2.4% en 2018 a sólo 0.8% en 2019.
Considero además, que se dieron algunos choques de oferta internos negativos (
pesca y minería metálica por bajas leyes y conflictos sociales) y externos
provenientes, en lo principal, del enfriamiento de la economía mundial y sus
causas subyacentes.
En términos de política económica se
experimentó una política fiscal
contractiva determinada por el importante superávit primario registrado
por el sector público no financiero en los primeros 9 meses del año( alrededor
de 2%PBI) y una política monetaria
expansiva determinada por la posición de la tasa de referencia del banco
central (2.25%) por debajo de la
estimación de la tasa neutral (3.70%). Recordemos que la política fiscal y
monetaria actúan con retraso sobre las variable reales y nominales.
Esta situación no puede seguir asi para el
2020. Para crecer alrededor de un 4% debe
solucionarse el déficit de gasto interno. La política fiscal debe convertirse
en expansiva, responsabilidad principal de la inversión pública que debe crecer
lo más cercano al 10%;, y la monetaria debe continuar siendo acomodaticia
contemplando quizá alguna variación frente a los riesgos impuestos por el
coronavirus, ya que la inflación core está dentro del rango monetario, las
expectativas inflacionarias lucen ancladas y la inflación es poco sensible a la
demanda agregada. Junto a esto, el gobierno debe implementar una política que mejore
apreciablemente las expectativas de los agentes económicos, promoviendo el
término de la inestabilidad política -institucional que estamos viviendo para
afectar positivamente a la inversión privada que este año no luce tan dinámica
como el año pasado debido al menor
crecimiento de la inversión minera que se espera. Lamentablemente, la economía
mundial que lucía favorable para este año
no lo será dado los efectos del coronavirus; se estima un crecimiento
entre 0%-1% para este año. Lo que acentúa la necesidad de hacer políticas contraciclicas como las
mencionadas. Si no se consigue realizar plenamente lo anotado y los efectos del
coronavirus se magnifican sobre la economía mundial y peruana, entonces es
probable que la economía crezca en el rango 0%-2%.
Un dato adicional sobre los efectos del
coronavirus. Es un choque de naturaleza hibrida que afecta tanto la demanda
agregada como la oferta agregada de la economía; en este sentido es un choque
adverso de mayor intensidad. A la economía mundial la afecta por tres canales:
a) turismo, con todas sus ramificaciones como viajes,restaurantes.hoteles
etc.;b) comercio internacional ya que disminuye tanto exportaciones como
importaciones; y c) afecta la cadena de suministros de productos manufacturados
de China hacia el mundo,reduciendo la producción manufacturera en las economía
desarrolladas. A la economía peruana la afecta por cuatro canales: a) turismo
externo e interno,reduciéndolos; b) precios de los metales como el cobre,
hierro,zinc,etc reduciendo sus niveles aún cuando beneficia a algunos sectores
productores de metales preciosos como el oro;
c) financiero, creando inestabilidad a la Bolsa de Valores de Lima, tipo
de cambio y afectando negativamente los
influjos financieros provenientes del exterior; y d) afectando adversamente las
expectativas de los agentes economicos, consumidores, inversionistas, empresarios.
Cabe resaltar que estos efectos serán
transitorios golpeando duramente los primeros dos o tres trimestres de este
año. Si se implementó oportunamente una adecuada política contraciclica,fiscal,
monetaria y de expectativas, considero que a fines de año la economía podría
estar recuperándose. Las últimas medidas tomadas por el banco central de
reducir su tasa de referencia cien puntos básicos, a 1.25%, y proveer liquidez
al sistema financiero son adecuadas. Pero en la presente circunstancia más
poderosa es la política fiscal la que debe asumir una posición mucha más
expansiva no sólo subiendo el gasto corriente, por las exigencias de muy corto
plazo impuestas por el coronavirus, sino también aumentando sustancialmente el
gasto en inversión en infraestructura e investigación y desarrollo. Por esta
emergencia el MEF no debe preocuparse excesivamente por el crecimiento del
déficit fiscal primario, el banco central por el repunte de la inflación en
algunos meses,básicamente por la devaluación del tipo de cambio, siempre y
cuando las expectativas inflacionarias de largo plazo no se desenganchen de la
meta inflacionaria del banco central, y en general por el aumento del tipo de
cambio nominal porque los movimientos en las tres variables son transitorios.
Lo que hay que evitar a toda costa es que el déficit de demanda (gasto) que nos ha venido golpeando se perpetúe este
año y el próximo.
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